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Código fuente, un bucle con final

La segunda película de Duncan Jones, que debutó con gran éxito con Moon, es sin duda más ligera y entretenida, aunque se sigue moviendo en la misma dirección, jugando con la ciencia ficción y los problemas de identidad. Algo tiene este realizador que hace que te interesen sus protagonistas y que te engancha en cada fotograma.

Código fuente comienza con una especie de "viaje astral" que un ex-soldado estadounidense consigue realizar gracias a la tecnología desarrollada por un científico. El programa consigue insertar su identidad en el cuerpo de un hombre que viaja en un tren que será objeto de un atentado terrorista al cabo de 8 minutos. Su cometido: desactivar la bomba y atrapar al terrorista para evitar que se suceda toda una cadena de acontecimientos. Sin embargo, esta tarea es complicada en tan breve espacio temporal por lo que es enviado una y otra vez al mismo destino en busca de respuestas.

Dos hilos argumentales recorren la trama ¿quién es él en realidad? y ¿quién es el asesino? Esto lo iremos descubriendo a medida que el sufrido Colter Stevens (Jake Gylleenhal) retroceda en el tiempo una y otra vez para abrir nuevos caminos que le aproximen a la realidad. El mayor mérito del guionista Ben Ripley es el de dosificar la información de forma y manera que el film no se resienta con las reiteraciones, encontrando siempre momentos que se cargan de significado a medida que vamos recavando información.


Tanto Michelle Monaghan como Vera Farmiga realizan un trabajo excelente, sobre todo la primera, compañera de viaje en el tren junto a Colter, a pesar del corsé temporal en el que se encuentra atrapada.

Las comparaciones odiosas están ya en boca de muchos críticos que se afanan en ver concomitancias con la patética Dejà vu, que era un atentado contra la inteligencia o el mix Avatar, con el que francamente no encuentro ningún punto de anclaje. Por otra parte Duncan Jones se verá también vapuleado por muchos que no entenderán el por qué de una historia que vuelve sobre sus pasos una y otra vez, incapaces de ver la evolución de la trama. Aunque muy diferente de su opera prima, Código fuente es una película de entretenimiento solvente, curiosa y que solo se permite el desliz de ser un tanto más edulcorada al final. Qué demonios, ¿qué tiene de malo que te deje en la cara una sonrisa?


Valoración: 7/10
Atento a: cada detalle, puesto que la dosificación de la información es esencial y cada plano cuenta.
Disfrutarás: con los efectos especiales.
El mayor acierto: el guión, que a pesar de ser reiterativo debido al "bucle temporal" en el que el protagonista está atrapado engancha al espectador, que va descubriendo paulatinamente nuevos datos para acercarse a la resolución final.
La mejor escena: la de la explosión de la bomba en la que los dos protagonistas quedan congelados.

Para consultar la ficha completa de la película y ver el tráiler pinchad aquí: Código fuente.

No tengas miedo, para echarse a temblar

Por cortesía de SensaCine, hemos podido asistir en los cines Renoir a un nuevo pase especial, esta vez dedicado a la nueva cinta de Montxo Armendáriz que es valiente, elegante y da en el clavo en tantos momentos que solo podemos recomendarla encarecidamente. Era una película necesaria y a continuación os contamos por qué.

Silvia era el personaje que necesitaba Michelle Jenner para salir del encasillamento más o menos injustificado en papeles de "niña bonita" y aborda con solvencia la interpretación de un personaje psicológicamente complejo y en evolución a lo largo de la cinta. La historia arranca con la feliz infancia de Silvia, que se rompe cuando es víctima de abusos sexuales por parte de su padre. ¿Cuál es la diferencia con cualquier otro melodrama similar? Pues muchos, la verdad. En primer lugar no nos hallamos ante una familia disfuncional como la de la magnífica Precious ni en un entorno marginal, sino en el seno de una familia de clase media-alta normal. Tampoco nos encontramos con unos personajes extremos ni maniqueos, no hay psicópatas ni sucesos truculentos más allá de los que se insinúan con muchísimo acierto apostando por una manera de rodar exenta de morbo pero cargada de significación. En esta película hay personajes transpirando como seres humanos lejos de las tramas a las que nos tienen malacostumbrados los chicos de CSI. Y cómo se agradece, porque realmente el abuso a un niño revuelve el estómago y no era en absoluto preciso abundar en detalles para meterse en la piel de Silvia.


Otro de los puntos fuertes de esta película es que deja respirar al espectador y reflexionar sobre lo que está visionando (en este sentido tiene cierto halo oriental). Así cuando Silvia vaga por la ciudad o se pierde en sus pensamientos, los que están sentados en la butaca sufren una empatía brutal hacia ella, tratando de calibrar cómo se sentirían si caminaran en sus zapatos.


Pero sobre todo, la película habla de la superación, de la importancia de crecer y dejar atrás incluso aquello que parece insalvable. De esta manera, se apoya en testimonios que se intercalan en la trama de la vida de Silvia y que serán a la postre las terapias a las que acudirá Silvia para poder seguir adelante. También podemos ver cómo para poder salir de la espiral de sumisión/abuso requerirá de ayuda para finalmente echar a volar, y, en ese proceso, encontrar el equilibrio. El mensaje es claro aunque la temática no era fácil de abordar en absoluto, por eso Montxo ha sido valiente y por eso esperamos que la cinta sea un éxito.

Valoración: 9/10
Atento a: las relaciones interpersonales que se establecen entre la familia de Silvia y su entorno. Y al peso que lleva el personaje a lo largo de la película y que queda representado en el chelo que lleva a cuestas literalmente cuando es adulta.
Disfrutarás: es difícil disfrutar realmente con esta película debido a su temática, pero resaltamos en acierto de la música que es la vía de escape de Silvia y te arrancará una lágrima en los títulos de crédito finales.
El mayor acierto: el casting es impecable. Tanto las tres actrices que interpretan a Silvia como sus padres (el siempre desconcertante Lluis Homar y la impecable Belén Rueda). Ochandiano
Cristina Plaza convence también en su discreto papel secundario de terapeuta.

Para consultar la ficha completa de la película y ver el tráiler pinchad aquí: No tengas miedo.

Thrist, del alquimista Park Chan-Wook

Si Park Chan-Wook toca con su varita mágica un género lo hace para innovar, para hacer algo nuevo y diferente, como conferirle a "una de vampiros" una increíble carga realista y onírica a la vez mezclando el absurdo con lo sublime. Nada de capas, ni colmillos, ni estacas. Sin florituras, armando toda su sinfonía en torno a la sed que da título a la cinta, el coreano realiza una inmersión en la mente de un hombre atormentado por su sed de hacer el bien y su sed de sangre.

Aunque Thrist arranca despacio, con un largo preludio en el que se explica la evolución del personaje principal, un sacerdote que quiere sacrificarse prestándose como cobaya humana en un experimento médico, posteriormente se despliega tomando detalles de aquí y allá que nos hacen retrotraernos a dos universos que conocemos muy bien: el del cristianismo y el del vampirismo. Todo un reto para un realizador para el que ambos mundos eran, al menos antes de la realización de esta película, más bien desconocidos. Por supuesto, el desenlace de la peripecia médica no es otro que la conversión de nuestro sacerdote en un adicto a la sangre, que le llevará a buscar la satisfacción de sus pasiones y a sentir un irrefrenable deseo por lo prohibido.


Pero si algo destaca por encima de todo lo demás en esta película, es la capacidad de extraer poesía de los planos más inusitados. La representación del amor más puro y protector en unos zapatos, el remordimiento por el asesinato representado gráficamente en el muerto que nos persigue y no nos deja hacer nada, la reprobación en una mirada...


La voluntad de morir cuando se tiene la certeza de que solo se puede ir a peor y la voluntad de vivir por pura tozudez. El erotismo más descarnado y la expansión de los sentidos que se amplifican y se abren a dimensiones desconocidas. Todos estos ingredientes aderezan una trama en la que el amor es fundamental para comprender el cómo y el por qué.

Lejos de la perfección formal de su trilogía de la venganza (o menos redonda) pero desde luego creando escenas e historias siempre sugerentes (a veces espeluznantes, a veces graciosoa, otras sencillamente bellas), Park Chan-Woo nos lleva a transitar caminos desconocidos e imprevisibles consolidándose una vez más como uno de los directores favoritos de Quiero Cine. Nos gusta que los creadores arriesguen para ofrecer obras diferentes y él, lo hace como nadie.


Valoración: 7/10
Atento a: cómo cambia la actriz principal a lo largo de la película. El director, en rueda de prensa, comentaba cuánto le había costado encontrar a una actriz dispuesta a interpretar su papel...
Disfrutarás: viendo cómo se mueve nuestro vampiro, colgándose al revés de las cornisas y saltando de tejado en tejado. También te dejará buen sabor de boca el humor del final de la cinta (a pesar de todo).
Pero... está pasada de metraje, le habría ido realmente bien un montaje más dinámico, sobre todo en algunos momentos en los que realmente no se añade nada nuevo.