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CRÍTICAS Un cuento chino o el arte de hacer ficción a partir de la realidad

Un cuento chino, ganadora del Goya a la mejor película iberoamericana en su más reciente edición, es una comedia con toques de drama dirigida por Sebastián Borensztein. La idea de la que parte la película es una noticia real que narraba cómo una vaca había caído del cielo en China. Éste será el nexo de unión entre los dos personajes principales: Jun Quian (Huang Sheng Huang) y Roberto (Ricardo Darín).

Hay que decir en primer lugar que todo lo que toca Ricardo Darín, brilla. Muy probablemente porque elige cada guión con primorosa exquisitez. En esta ocasión se mete en la piel de Roberto, un hombre marcado por un revés de la vida que se dedica a coleccionar noticias curiosas y a gruñir y gruñir quejándose de todo lo que le rodea.

El encuentro fortuito con Jun Quian pondrá a prueba su paciencia, su orgullo y sus dotes (escasas) para la socialización tras una vida de soledad y amargura. Sobre todo, le obligará a tener que salir de su cómoda trinchera y a enfrentarse al mayor reto de su vida: empatizar con una persona que le parece totalmente ajena y con la que ni siquiera comparte un idioma. La grandeza de este personaje es que todos conocemos a alguien así: Darín, una vez más, lo borda.



No menos talento rezuma su parteneur, Muriel Santa Ana (Mari, en la ficción). Actriz de belleza natural y cercana, que marca el punto de inflexión en la película que hará que los cimientos de la estable vida de Roberto, terminen por quebrarse definitivamente. Su personaje aporta una luz que se traduce literalmente en la fotografía de la película. La vitalidad, la bondad y la capacidad de sacar lo mejor de Roberto serán las que rescaten al pobre náufrago en el que se ha convertido.


Lo mejor de la película: el agudo sentido del humor y la crítica velada constante a la intolerancia, la injusticia y la estereotipación. Nadie queda a salvo.

La mejor escena: la visita de Roberto al consulado chino en Buenos Aires, no tiene desperdicio.

Presta especial atención: a la inteligencia con la que está retratado el personaje de Roberto. Desde su aspecto físico, su atuendo, el tono de su voz... hasta su maniático comportamiento. Y aún así, el talento y la humanidad con los que Darín consigue que nos resulte simpático.

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